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El inicio de Isla Natura

Curiosamente comenzó casi 15 años antes de fundar la empresa en 1997, así es 15 años antes. Curiosamente comenzó casi 15 años antes de fundar la empresa en 1997, así es 15 años antes.


Todo comenzó durante la época en la que navegábamos los mares del Archipiélago de Chiloé y los inhóspitos fiordos del Continente en la busca de aventuras y una vida sustentable fuera del molde común. Fuimos parando en cada caleta donde vivían pescadores, la red eléctrica más cercana se encontraba a 50 km y las mejores conversas nacían alrededor de la luz de las velas, historias, anécdotas y el sentimiento compartido de amor por la naturaleza. Todo parecía de otra época, muchas veces no divisabas ningún auto y la gente se movilizaba en barco o a caballo.

Construimos en la costa de Chiloé, junto a carpinteros de ribera con gran conocimiento en maderas nativas y los bosques que originarios de estas, una embarcación de madera que nos permitió guiar y mostrar a turistas un poco de los mares de la zona. Por supuesto también vivimos el “otro lado de la moneda” del mundo marítimo de la Patagonia, que se caracterizaba por los bruscos cambios de clima que traían tormentas ferrosas y olas gigantes que inspiraban miedo. Lo importante es que después de la tormenta, siempre salía el sol.


Mi amor y respeto por los bosques del sur de Chile fue creciendo y creciendo durante los años que llevaba turistas en exploraciones. Aprendí mucho de los lugareños, sus costumbres, mitologías y su conocimiento de la flora. Mi lectura por mucho tiempo fue cualquier libro que podía encontrar sobre la flora, cultura o historia del primer contacto entre los Europeos y los Mapuches y Huilliches. Me cautivaba comparar en conversaciones con habitantes de los lugares más recónditos del sur, el uso que le daban a las diferentes hiervas y plantas con lo que decían los libros sobre los usos medicinales en el tiempo de la colonia.


En casa mi mujer empezó a usar materia prima del maravilloso entorno que se encontraba en nuestros patios al cocinar para nuestra familia. Salimos a cosechar la murta silvestre con nuestras hijas para hacer postres, cosechábamos hiervas para infusiones, probamos otras bayas como el calafate, maqui, chaura, y cauchao, tostamos avellanas en la cocina leña en las tardes con todos sentados alrededor del fuego. Cada invierno plantamos decenas de árboles fuera de nuestra casa, aprendiendo como propagar las plantas que ya se encontraban en el jardín.

Todo ocurre en su momento y cuando cayó el turismo en 2009-10 debido a la crisis económica mundial, impidiéndonos navegar nuestras embarcaciones, decidimos que era el momento para poner en marcha pensamientos que estaban dando vuelta en nuestra mente hace un tiempo. Veíamos que Chile contaba con una diversidad extrema de flora nativa con propiedades increíbles y el protagonismo se lo llevaba la producción de arándanos y kiwis.



Basto recordar la gente de Chiloé y sus islas, con su vida sencilla, sus pequeños campos y su economía restringida, para comenzar a desarrollar la idea de fomentar un estilo de vida positivo basado en el estilo de vida Chilote, que además contribuyera con un ingreso extra a estas familias y su economía restringida. La idea de generar la producción de algún fruto que solo era aprovechado por la fauna local o que se degradaba como abono para la tierra, de contribuir con el medio ambiente al producir entorno a plantas nativas que no requieren fertilizantes químicos y si tenemos éxito generar una producción continua que requiera propagar estos árboles nativos. Crear productos que conservan el poder de la naturaleza y que comience a generar un cambio en el estilo de vida las personas.

¿Que mejor para el chileno que poder comprar un producto rico y saludable hecho en Chile con la materia prima existente en sus tierras y remplazar el interés en Acai o Gogi por un producto tan delicioso y saludable como el maqui, la murta o calafate



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